Quietud amurallada

¡Oh suelta piedra gris del yermo frío!
Ávila está desnuda junto al cielo.
Fugitiva del tiempo, toca el suelo
para dar a sus alas nuevo brío.

 Contra el agua sonámbula del río,
las torres transparentan su desvelo,
y el corazón inmoviliza el vuelo
de las cosas lejanas, sueño mío.

 Mi sueño son y mi total tristeza;
y mi límite son frente a la nada;
y es mi consuelo amar, Ávila pura…

 ¡Que la nieve defienda tu pureza,
el agua tu quietud amurallada,
y tu absoluta paz la noche oscura!

 Leopoldo Panero,
Escrito a cada instante, 1949


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