Entre las frases que se atribuyen a Teresa de Jesús, encontramos una muy popular: «Lee y conducirás, no leas y serás conducido», claramente apócrifa. Sin embargo, bienvenida sea la sentencia si alguien, por la autoridad de la Santa abulense, descubre que la lectura es fuente de libertad.
Hoy celebramos el Día del Libro y es una excelente ocasión para reivindicar la importancia de la lectura en tiempos como los nuestros, en los que parece que ya no hay tiempo más que para apretar botones, porque todo va tan rápido, que que si un texto no tiene la extensión de un tuit ya nos parece imposible acabarlo. No nos alcanza el tiempo.
Gran lectora desde la infancia, Teresa se confiesa «amiga de buenos libros» (V 3, 7). Su vida se fue desarrollando al hilo de la lectura, desde las vidas de santos, pasando por las novelas de caballerías hasta los libros espirituales que tanto la marcaron y que fueron para ella auténticos maestros (V 4, 7).
Pero también experimentó la impotencia de leer. Lo confiesa ella misma, y ofrecemos aquí este texto de las Relaciones para consuelo de quienes pasen por ese mismo trance. Teresa ¡tan humana! nos muestra que a veces hasta la lectura se hace imposible. Pero no nos falte el deseo, ese deseo de «tener tiempo para leer», porque también pasará esa situación que nos impide el acceso a los libros y podremos volver a ellos. Y ojalá sea porque el libro nos contenta y la «lección se va en oración».
Todo el tiempo me parece breve y que me falta para rezar, porque de estar sola nunca me cansaría. Siempre tengo deseo de tener tiempo para leer, porque a esto he sido muy aficionada. Leo muy poco, porque en tomando el libro me recojo en contentándome, y así se va la lección en oración, y es poco, porque tengo muchas ocupaciones, y aunque buenas, no me dan el contento que me daría esto y así ando siempre deseando tiempo, y esto me hace serme todo desabrido, según creo, ver que no se hace lo que quiero y deseo (Relaciones 1, 7).
Teresa, de la rueca a la pluma 