El Festival de Música Bilbao Arte Sacro (BAS) ha iniciado su edición de este año este jueves 10 de abril, en la iglesia de la Encarnación, bajo el lema “Mirespena / Admiración”. Una edición que se ha abierto, de forma muy significativa, con un espectáculo en el que la música y la palabra se abrazan para expresar lo inefable: el amor místico.
La agrupación La Ritirata, dirigida por Josetxu Obregón, fue la encargada de inaugurar el festival con el programa titulado precisamente Amor místico. En él se entrelazan los poemas de santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, Lope de Vega y María de Zayas, con la música de grandes compositores del Barroco hispano-italiano como Sebastián Durón, Giovanni Felice Sances o Antonio Caldara.
La mezzosoprano Beatriz Oleaga y la actriz Manuela Velasco darán voz y alma a esta propuesta artística, acompañadas por un conjunto de músicos especialistas en interpretación historicista:
• Sara Águeda (arpa)
• Juan Carlos de Mulder (tiorba)
• Ismael Campanero (violone)
• Alberto Martínez Molina (clave y órgano positivo)
• Daniel Garay (percusión)
• Josetxu Obregón (violonchelo y dirección artística)
La palabra que arde: mística y poesía
En el aspecto literario, Amor místico se sustenta en la palabra viva de los grandes místicos, extraordinarios amantes de Dios que alcanzaron un grado de intimidad espiritual capaz de romper los límites del lenguaje ordinario. Para decir lo inefable, acudieron a la poesía, ese lenguaje del alma que canta lo que no se puede explicar.
La poesía mística española del Siglo de Oro es, quizás, uno de los mayores logros espirituales y estéticos de nuestra tradición. La Santa y el Santo, Teresa y Juan, supieron traducir en versos ardientes la experiencia del Dios escondido. Lope de Vega y María de Zayas, aunque desde otros matices, participaron también de esta sensibilidad, abriendo cauces para que lo divino pudiera hacerse palabra y eco.
Música para lo sagrado
La música religiosa del Barroco, por su parte, fue concebida como vehículo de comunicación con lo sagrado. Compositores como Durón, Sances o Caldara recurrieron a todos los recursos expresivos e ilusionistas del arte sonoro para captar los sentidos del creyente y elevarlo al ámbito de lo divino.
La unión de estos dos lenguajes —el poético y el musical— en Amor místico ofrece al oyente una experiencia de admiración, como sugiere el lema de este año. Una invitación a detenerse, a escuchar, a dejarse tocar por la belleza que brota cuando el arte se pone al servicio del misterio.

