La editorial San Pablo acaba de publicar Virtudes olvidadas, valores con futuro, donde se cita en varias ocasiones a santa Teresa de Jesús y se la presenta como modelo. El libro propone pautas educativas que ayuden a niños y adolescentes a descubrir e interiorizar algunas virtudes que conformarán su personalidad y les ayudarán a afrontar la vida adulta en el futuro: el respeto, el compromiso, el valor del tiempo y del dinero, el pensamiento crítico, la fortaleza, el equilibrio o la espiritualidad.
El libro incorpora, además, el ejemplo de una persona probada en cada una de esas virtudes, una relación de los textos bíblicos que se refieren a esa virtud, una reflexión en perspectiva pastoral y preguntas para la reflexión. Con este libro los autores –Carmen Pellicer, Martín Varela y Fernando Cordero ss.cc.-recuperan la vigencia de las virtudes al presentarlas como hábito de hacer el bien y verdadero entrenamiento del carácter que pone en práctica todo aquello que consideramos valioso en la vida cotidiana. El libro se completa con una bibliografía seleccionada.
Ya en el prólogo, monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Madrid hace referencia a la abulense más universal: “Estando como estamos en el año del V Centenario de santa Teresa de Jesús y sabiendo el cariño que Carmen –Pellicer- tiene por la Santa, por haber sido educada en la Compañía de Santa Teresa, ¿cómo negarse a una petición que tiene profundo sentido para mí como es el prologar un libro de educadores para educadores, catequistas y familias?”.
Pero donde aparece especialmente Teresa es en el capítulo tercero del libro, dedicado a la tensión hacia la perfección personal, donde podemos leer:
“La invitación a la santidad evangélica supone hoy avivar en nuestros niños y jóvenes la “tensión a la perfección personal” . Es esta una de las virtudes fundamentales a la hora de ahondar en la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi cuando dice que la evangelización pretende “alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuerzas inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación” (EN 19)… Esto supone una invitación a una transformación profunda que ponga la mirada en una forma plena de ser persona ¿Cómo despertar ese deseo de ser perfectos como el Padre celestial? ¿Cómo estimular en el niño esa necesidad de ser bueno, de ser mejor, de ser perfecto, de no conformarse con la mediocridad, con la mezquindad espiritual?
Hay muchos santos expertos en vivir la conversión como una experiencia de seguimiento radical, como es el caso de Teresa de Jesús, una de nuestras grandes místicas y maestra en oración. Para ella, la “suma perfección” no está en volar por los cielos o tener una experiencia mística formidable. Lo realmente esencial es que nuestra voluntad, nuestros deseos, nuestras ganas, la orientación de nuestra vida sea de tal forma que coincida con el querer de Dios. Y vivir de tal manera que en los momentos amargos y en los alegres actuemos con decisión, sabiendo que lo importante es ‘conformar la existencia con Dios’, que nos abre a nuevas metas en el camino del amor, de la entrega, en definitiva, de la plenitud.
La experiencia de Teresa es clara: Parte de la certeza de que Dios está dentro de ella, y el fuerte sentimiento de esa presencia es el que dota de sentido cada momento de la vida cotidiana, hasta ‘en los pucheros que anda el Señor’, y así cada detalle cotidiano es una oportunidad de devolverle el amor que recibimos de forma gratuita. Pero no se queda en una experiencia privada sino que le empuja a cambiar las cosas, alimenta su espíritu profético que le llevó a recorrer los caminos y desafiar los prejuicios que su condición de mujer y de monja despertaban en su época. En su libro del Castillo interior, la santa propone el itinerario de fe como una lucha, un combate que vivió durante toda su vida, perseguida dentro y fuera de la iglesia, como escritora, fundadora y mística¹. Teresa lucha por recuperar el equilibrio interior que se logra en el cumplimiento de la voluntad de Dios que le empuja a la entrega más radical a los otros desde la fidelidad al evangelio, a ella misma y al seno de la iglesia que le acoge aunque no siempre la comprende. Su ‘determinada determinación’, férrea voluntad de seguir adelante a pesar de las dificultades, es claro testimonio de la importancia de esa rebeldía positiva que empuja a las personas a cambiar el mundo y que conecta con el deseo latente en los jóvenes de ser protagonistas e impulsores de ese cambio”.
¹Cfr. Santa Teresa de Jesús, Castillo interior, Moradas segundas, nº 8.