Mª del Rosario Diez Rodríguez¹
La devoción al Dulce Nombre de Jesús se data en el año de 1547, puesto que ya para entonces era norma obligada en la Regla de los Dominicos, según Bula del papa Gregorio X dada en el año 1274, levantar en cada uno de sus conventos una capilla para su culto. Establecida su festividad en el domingo comprendido entre la Circuncisión y la Epifanía o en su defecto el día 2 de enero, SS. Pío IV (1559-1565) una vez finalizado el Concilio de Trento, publicó la Bula “Iniuctum Nobis” fechada el 13 de abril de 1564, mediante la cual autorizó y puso bajo su protección a todas las cofradías del Dulce Nombre, pasando a ser Pontificias Archicofradías del Dulce Nombre de Jesús.
Su imagen titular será un Niño Jesús y serán los religiosos de la Orden de Predicadores (los dominicos), quienes jueguen un papel activo en su difusión. San Pío V, el Papa dominico, impulsor de la aplicación de las normativas conciliares tridentinas, confirmó estas Cofradías por la Bula “Decet Romanum Pontificem” confiándolas en la Iglesia Universal a la Orden de Predicadores, siendo el primero en conceder indulgencias a estas Cofradías. En el Capítulo General celebrado en Roma en 1589 se toman algunas determinaciones para reglamentar la fundación, uso de privilegios y fines de las sociedades del Rosario y del Santísimo Nombre de Dios. Así pues, los dominicos protegieron y estimularon en el siglo XVI las cofradías del Rosario y del Dulce Nombre, aunque anteriormente ya habían albergado otras cofradías, como la de San Vicente.
En la “Seo Palentina” se localiza, en el Archivo Capitular en su Sección Histórica, la primera referencia a la celebración y dotación de esta festividad en el año 1540 por el obispo don Luis Cabeza de Vaca (años de pontificado 1537-1550), instituyendo su festividad el día 2 de enero con 2.500 mrs anuales en la Capilla del Sagrario de la catedral. Continuador de esta festividad como obispo de Palencia, será don Pedro de la Gasca (años de pontificado 1551-1561), ratificando su festividad y su dotación, recomendando el establecimiento de esta devoción en todas las parroquias para desterrar la costumbre de la blasfemia a su Santo Nombre.
Entre los valiosos documentos en el archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Palencia, encontramos en 1551 la “Aprobación y Confirmación de la Regla y Capítulos de la Cofradía del Preciosísimo Nombre de Jesús”, sita en esta Cofradía de la Vera Cruz, a petición de sus cofrades, para desagravio de los juramentos en el nombre de Dios, dada por SS. Julio III (años de pontificado 1550-1555). Esta Antigua, Venerable y Dominicana Cofradía Penitencial y Sacramental de la Santa-Vera Cruz de Palencia entronca directamente con la devoción y propagación de esta festividad encomendada a la Orden de Predicadores, (devoción obligada en la Regla de los Dominicos), siendo la primera cofradía dominicana de fieles palentina, fruto de un encargo pontificio.
Esta Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, aparte de lo dicho, que entroncaba directamente con el Concilio de Trento (1545-1563), tuvo también una dimensión cultural, que se concretó en diversos actos litúrgicos y en el intento de sacar una procesión de la Circuncisión de Jesús en el día primero del año, relacionada indudablemente con la advocación de su Dulce Nombre. La celebración palentina, única en su género, del tradicional Bautizo del Niño tal cual se conoce hoy, tuvo su origen en el siglo XIX, teniendo en cuenta que lo que hacemos es bautizar a un niño judío, y eso podría haberse considerado una herejía durante mucho tiempo. El origen de esta otra Cofradía palentina del Dulce Nombre de Jesús localizada entre la Iglesia de San Miguel y la Catedral, data del siglo XVI cuando en el barrio judío de Palencia, nació una hermandad que celebraba el día 1 de enero la Circuncisión y se erigió con posterioridad en Cofradía del Dulce Nombre de Jesús. El testimonio más antiguo que se conserva sobre ella es de 1588, siendo posiblemente una hermandad de raíz judía que en un momento dado decidió transformar su advocación principal de la Circuncisión, enmascarándola con una costumbre más cristiana. Así lo atestiguan los numerosos cuadros sobre la circuncisión de Jesús que conserva esta cofradía. Su símbolo es la imagen del Niño Jesús, relacionada indudablemente con la advocación de su Dulce Nombre. Posiblemente sus cofrades realizaban dos festividades, una la procesión de la Circuncisión el día 1 de enero y otra para pedir limosna y hacer hospitalidad y caridad “a pobres vergonzantes” el día 2 de enero. En conclusión, puede advertirse que se erigió una cofradía del Dulce Nombre de Jesús, como un medio de unión y de pacificación, de impronta religiosa pero también asistencial.
La propagación de las imágenes exentas del Niño Jesús en España, a partir de la Contrarreforma, está estrechamente vinculada al impulso ejercido por la devoción en Santa Teresa como medio de exaltación de la humanidad de Cristo, tanto por sus visiones místicas del Niño Infante o del Amor Divino, (con la generalización del uso de estas imágenes en la Orden Carmelitana Descalza y después en otras órdenes), como de igual manera la devoción al Dulce Nombre de Jesús con el monograma “IHS”, de su Santo Nombre “IHESUS” con una cruz encima de la H, conteniendo las dos primeras letras y la última con las que encabezaba sus cartas y escritos, (equivocadamente confundido con las iniciales de “Jesús Hombre Salvador”). Los pasajes en que se refiere la santa a Isabelita Dantisco, en la carta al Padre Gracián fechada a finales de diciembre de 1576, expresan con claridad cómo debieron de ser las recreaciones y retiros en las ermitas conventuales en el tiempo de Navidad. La fundación de Palencia un 29 de diciembre de 1580, requería de parte de ciertos elementos que abarcaban una serie de funciones religiosas, vigentes todavía hoy, con dos períodos especialmente activos que se extendían desde el Adviento (la “Canastilla Mística”, los “villancicos”, las “Jornadillas”, el retiro con el “Niño de las celdas”, imagen que la priora depositaba en procesión diaria en cada una de las celdas, recogida sucesivamente por cada una de las monjas, terminando la ceremonia el 23 de diciembre con el retiro de la priora …) hasta la fiesta de la Candelaria (2 de febrero) siendo días claves el de la Expectación durante el tiempo de Adviento y el de la celebración de la Natividad, la Circuncisión, el Dulce Nombre y la Epifanía.
En los testimonio de los procesos de beatificación de Teresa de Jesús encontramos la información referente a la santa acompañándose en sus viajes de una imagen del Niño Jesús que a veces traía abrazada. En la carta fechada el 2 de enero de 1577, escrita a su hermano Lorenzo, Teresa escribe que le envíe su sello personal para lacrar unos documentos con su sello de calavera, aunque bien desearía cambiarlo y tenerlo en su corazón como San Ignacio de Antioquia en su pecho con el monograma del Dulce Nombre de Jesús “IHS”. Otro aspecto devocional lo encontramos en “Desafío Espiritual, 26” donde se recoge una oración al Dulce Nombre de Jesús. Por último en su ataúd conservado en el Museo de Ávila en el Monasterio de San José, su nombre en religión aparece escrito en la tapa con el monograma del Dulce Nombre “LAstaMADRE TERESA DE IHS” y en su frontal este monograma convertido en su anhelado escudo, siguiendo a San Pablo con un oculto lema: «Dios le concedió un nombre sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos» (Fil. 2, 9).
Fuente: Diario Palentino
¹Miembro de la Comisión Cultural Huellas Teresa de Jesús del Excmo. Ayuntamiento de Palencia.