Pedro Paricio Aucejo
En la selecta nómina de hispanistas del siglo XX el lingüista alemán Hans Flasche (1911-1994) ocupa un lugar de privilegio por su conocimiento de nuestra literatura en general y de Calderón de la Barca en particular, de quien llegó a ser uno de los máximos especialistas. Sin embargo, sus trabajos como romanista no se redujeron a nuestra cultura sino que abarcaron las principales lenguas de la latinidad. Este hecho –junto a su profundo cristianismo y su sólida formación teológica y filosófica, además de filológica– propició que, en el marco de su amplia dedicación a la obra de Blas Pascal, realizara un estudio lingüístico comparado acerca de la doctrina del conocimiento religioso en el genio francés y en Santa Teresa de Ávila¹.
Dentro de la historia del pensamiento cristiano, el caso del matemático, físico, filósofo y escritor de Clermont-Ferrand es un ejemplo de cómo la asunción de determinados postulados del racionalismo filosófico puede convivir con el reconocimiento de los límites de este y de su incapacidad para extenderse en la esfera de la moral y de la religión, puesto que la razón no está facultada para alcanzar la plena comprensión del hombre como tal, es decir, de la condición humana en el mundo. Es digno de tener en cuenta que ya en la época de Pascal (1623-1662) se insistía en la separación de la fe y la razón, de manera que este apologista del cristianismo evidenció, en su vida y en su obra, que el conocimiento humano surge de la conjunción de la razón con el corazón, pues este tiene razones que la misma razón no conoce. Ahora bien, esta actitud sostenida a contracorriente vino facilitada por la profunda experiencia religiosa de renacimiento sentida por Pascal en 1654, gracias a la cual descubrió al Dios vivo del Evangelio y, abandonando las matemáticas y la física, se dedicó desde ese momento a la filosofía y la teología.
Sin embargo, esta evolución en la trayectoria personal de Pascal no está exenta de influencias ambientales, pues la necesidad de una renovación espiritual era ya una realidad que ganaba cada vez más terreno en la Francia espiritual hasta que llegó el día en que dicha corriente arrastró también al más ilustre de sus hijos. Desde decenios, el problema del conocimiento religioso se fue apoderando con particular ímpetu de la nación vecina como consecuencia de la solución dada por Santa Teresa de Jesús a sus inquietudes personales surgidas tras el descubrimiento de San Agustín. De hasta qué punto el país galo fue cautivado con la innovación establecida por la monja carmelita –por mor de la introducción de una forma de vida revelada en lo profundo– podría ponerse de relieve si se tiene en cuenta que el año en que nació Pascal existían ya dos traducciones francesas de las obras de la Santa.
Por este motivo, aunque no se puede afirmar con seguridad que el solitario de Port-Royal leyera los escritos de la mística castellana, dada la repercusión cultural y espiritual de esta y su proyección en el mundo creyente desde el siglo anterior, también a él tuvieron que llegar noticias de figura tan extraordinaria de la cultura cristiana. Más aún, no solo en sus ´Pensamientos´ es mencionada la escritora abulense –nada menos que, extensamente, en tres fragmentos y, de pasada, en un cuarto pasaje–, sino que las características esenciales de su pensamiento son igualmente expresadas con vigor por Pascal, si bien con diferencia en los detalles y formuladas por él de un modo mucho menos gráfico: asombro ante la realidad de la naturaleza humana, de la hermosura y grandeza del alma así como de la miseria derivada del pecado, de la necesidad de la gracia divina, de la relevancia de la oración… En consecuencia, teniendo en cuenta que los hechos que Pascal valora de modo especial se refieren a rasgos característicos muy sobresalientes de la actitud espiritual de la Santa, Hans Flasche –en el citado trabajo –se siente inclinado a admitir en el filósofo un cierto conocimiento de sus obras, por lo menos de la autobiografía.
Con los precedentes expuestos, el prestigioso profesor de la Universidad de Hamburgo realiza en esta investigación un estudio de la terminología religiosa de Pascal sobre la base de los testimonios teresianos, centrándose concretamente en los conceptos ´corazón´, razón´, ´espíritu´ y ´alma´. Después de analizar el uso que de ellos se hace en las obras de la española y el francés, la evidencia de innegables afinidades y diferencias al respecto permite concluir al lingüista alemán la existencia de un “parentesco de orientación espiritual” en los dos autores, en el sentido de que lo fundamental es la presencia en ellos de una interpretación común a la hora de explicar la experiencia de lo divino: la de la nuclear diferenciación que encuentran en la realidad humana de dos corrientes de fuerza, una procedente de lo afectivo y otra de lo cognitivo.
¹Cf. ´Santa Teresa y Pascal (Estudio lingüístico comparado de su doctrina del conocimiento religioso)´, en Actas del IV Congreso Internacional de Hispanistas, coord. Eugenio de Bustos, vol. 1, 1982, págs. 501-506.
