Emborrona, que algo queda. Un comentario de Teresa sobre los jesuitas

jesuits

Entre las cartas de santa Teresa, figura una, dirigida a D. Jerónimo Reinoso, en Palencia, de 2 de mayo de 1582. De ella, se conserva el autógrafo en la sacristía de la catedral palentina.

El P. Silverio introduce, al reproducirla en su edición de las cartas de 1924, una amplia nota en la que explica la transcripción de una frase en la que Teresa hace un comentario sobre los jesuitas.

La frase solía aparecer en las ediciones del Epistolario del siguiente modo:  “como yo creo que ellos dirán mentira…”. El P. Silverio apoya, por el contrario, otra lectura, defendida unos años antes, por el jesuita Juan Antonio Zugasti: “como yo creo que ellos no dirán mentira…”.

Resulta que la partícula “no” había sido ocultada debajo de un borrón de tinta para conseguir que se dijera todo lo contrario, en un empeño de desprestigiar a la Compañía de Jesús.

La nota del P. Silverio (número 5) dice así:

Los editores de esta carta, que han sido muchos desde Fernández del Pulgar, han publicado siempre esta frase y como yo creo que ellos dirán mentira. El P. Zugasti (Razón y Fe, Septiembre de 1914, y en su opúsculo Santa Teresa y la Compañía de Jesús, Madrid, 1914) la lee lo mismo que nosotros. Gracias a la amabilidad del docto canónigo archivero D. Matías Vielva, he podido examinar a mi gusto el autógrafo. Al fin de la línea doce (no contamos el Jesús del encabezado ni el sobrescrito que allí se pegó), hay un borrón, casi perfectamente redondo, de cuatro milímetros, de tinta más negra u posterior a la de la carta original. Evidentemente, el borrón no es de la Santa, ni parece echado al descuido, sino intencionadamente.

Entre el borrón y el rasguillo de la ese de la palabra ellos, hemos advertido otro rasgo vertical, muy fino, como de medio milímetro de ancho, y lo suficiente largo para que pudiese ser parte de la primera letra del no que suponemos puso aquí la Santa; y este rasgo, por lo menos en su mitad de alto a bajo, es de la misma tinta del original teresiano. La otra mitad de este rasgo y tres milímetros más de papel están ya cubiertos por el dicho borrón, que deja ver, sin embargo, otro trazo, que bien pudiera ser el segundo de la ene, y una o pequeñita. Por estas razones, y por estar así la frase más conforme al hablar de la Santa y con lo que viene expresando, nos parece muy probable que debe leerse como en el texto la publicamos.

Sobre quién pudo ser el autor de este desaguisado, no queremos entrar en peregrinas averiguaciones.

No nos parece del virtuoso canónigo a quien se dirigió, amigo así de la Compañía, como de la Reforma. Tampoco nos atrevemos a echar la culpa al historiador de Palencia, hombre probo, y del que no sabemos tuviera ningún interés en cometer tal entuerto. Antes que el docto canónigo palentino publicase su obra arriba citada (Madrid, 1680), pasó indudablemente esta carta por muchas manos; porque sabido es el aprecio que estas venerables reliquias adquirieron desde el año 1614 en que se beatificó la M. Teresa, y no es inverosímil que alguno, so capa de devoción, la tuviera en su poder algún tiempo y ejecutase esta sacrílega fechoría (pp 184-185).

Estamos ante una interesante prueba de cómo los autógrafos de la santa sufrieron, en ocasiones, una manipulación que obedecía a intereses ajenos a la autora. La carta, por otro lado, está escrita en un ambiente de oposición de los jesuitas de Burgos a la fundación teresiana. La santa, con su genial ironía, recoge una frase que no tiene desperdicio: «Dijeron a Catalina de Tolosa que, por que no se les pegase nuestra oración, no querían tratasen con las descalzas». Pero de ahí, a que Teresa de Jesús presentara como mentirosos a los miembros de la Compañía, va un abismo.

La revista «Razón y fe» ofrece en su página web el artículo del P. Zugasti, jesuita bilbaino (1861 -1920), que invitamos a leer y enlazamos a continuación:

En el tomo cuarto de las Cartas de Santa Teresa de Jesús, edición de Joseph Doblado,  en Madrid, año de 1771, y en el índice de las cosas notables del mismo, leemos las siguientes palabras:
«Jesuítas.—Comenzaron a tener con Santa Teresa enemistad formal. Carta 50, n.° 2,—Levantáronla muchos falsos testimonios.—Ibid. Díceles la Santa redondamente  que mienten. Ib. Intentaron apartar del trato de la Santa a los bienhechores, porque no se les pegase la oración de la misma Santa y de sus hijas».
Afirmaciones gravísimas, inculpaciones atroces, que no comprendemos cómo pudieron pasar por la censura en una orden religiosa fervorosísima y a quien, aunque hubiera molestado en sus escritos Daniel Papebrockio, los demás de la Compañía  siempre habían profesado y profesan todavía singular cariño y señalada predilección…

Puedes leer el artículo completo en: ZUGASTI, Juan Antonio, Un borrón que algo borra, «Razón y fe», tomo 40 (1914), pp. 5-13.

 


2 respuestas a “Emborrona, que algo queda. Un comentario de Teresa sobre los jesuitas

  1. NO PODRÁN LAS FALACIAS CONTRA LA SANTIDAD, FRONTALIDAD, SENCILLEZ, CONFIANZA EN DIOS E INCONDICIONAL CORAZÓN ENAMORADO DE NUESTRA SANTÍSIMA MADRE TERESA DE JESÚS: ¡»ALEGRÍAS Y GLORIA A DIOS»!

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