Como el aroma de la flor: Teresa en Blasco Ibáñez


teresa-blasco Pedro Paricio Aucejo

La personalidad apasionada y desbordante de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) se desplegó en ambientes tan dispares como la política, el periodismo, la aventura empresarial y colonizadora o la estricta literatura. En esta, la tradición académica –apoyándose en la descripción costumbrista y en la temática regionalista de buena parte de su obra– lo ha encasillado dentro del denominado ´naturalismo literario´. Esos rasgos, junto a otros derivados del componente ideológico de su republicanismo y de su anticlericalismo militante, forman parte de una producción de amplio espectro temático. Por encima de los tópicos que han hecho de este escritor valenciano el de mayor éxito internacional, se puede descubrir a un autor que se sitúa en una frontera literaria que está más allá de las estimaciones acuñadas por el crisol del tiempo.

Tal ocurre también con su faceta oratoria y, en particular, con el contenido de su conferencia ´El misticismo batallador de los españoles´¹, que –pronunciada en el Teatro Odeón de Buenos Aires– gira en torno a dos altos personajes históricos de nuestra Contrarreforma: San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Ávila. Consciente Blasco del riesgo que corría a la hora de desarrollar asunto tan insólito en su trayectoria intelectual, no duda de aclarar al auditorio que, dejando a un lado su juicio sobre la santidad, su exposición se ceñiría a las características humanas de estos dos fundadores del siglo XVI y al ambiente en que actuaron. Sin embargo, ello no es óbice para que, introductoriamente, hable primero del misticismo en general como una de las genuinas manifestaciones del alma española.

En este sentido, considera que, a diferencia del que caracteriza a los demás pueblos católicos, el nuestro es más enérgico, completo y rotundo. No resulta filosófico sino batallador, de forma que, encontrando estrecho el claustro monacal, se lanza por el mundo para luchar por la difusión y el arraigo de sus ideas. De esta suerte, el misticismo español –en contraposición a otros para los que el espíritu de sus representantes se limita a ascender y vagar flotando en regiones celestes–, es una afirmación activa de la voluntad humana, consecuencia de un carácter forjado en siete siglos de Reconquista, en cuyo transcurso los libros de caballería eran libros de santos. No en balde, la misma Santa Teresa decía que en sus empresas religiosas era a manera de caballero a lo divino en favor del cielo. El espíritu español pone, pues, un sello de realismo ausente en el misticismo de otros pueblos. Ese realismo es típico hasta en el amor místico de nuestra doctora de la Iglesia, que, al derramar sus ideas sobre el papel, nos traza apasionadamente sus visiones celestiales con una ´corporización´ tal de las imágenes que no falta sino un ápice para ser materiales en medio de su idealismo fogoso.

Centrando exclusivamente ya su análisis en la figura de la monja abulense, el afamado orador considera esencial para la buena comprensión de esta el conocimiento del carácter noble y legendario de la ciudad en que nació, así como de su familia. Después de describirlas, sigue con una biografía sintética de la Santa en la que evoca los tópicos generales más conocidos de ella (infancia, familia, amistades, descripción física y psíquica, situación religiosa de la época, influencias espirituales, problemas con la Inquisición, reforma de la Orden, fundaciones, vejez…), incluyendo alguna de las anécdotas narradas por la propia carmelita en sus andanzas fundacionales.

Del estudio de su personalidad destaca la hidalguía de su talante (fue Don Quijote con toca…, solo vivía pensando en establecer templos y templos), su fuerza (lo característico de todas estas idas y venidas por las carreteras y caminos de España es la voluntad de hierro de esta monja) y su alegría (es alegre sin chocarrería y chistosa con elegancia…, con la alegría sencilla del artista que después de su trabajo desea expansión y recreo, [sabedora de que] las almas santas necesitan santas alegrías). En cuanto a su faceta literaria, nuestro novelista considera que Teresa escribía lo que pensaba con encantadora espontaneidad hasta el punto que, en sus obras más consagradas, “su astro se arrebata, se enciende, vuela y resulta una inmensa artista. Grandes literatas ha habido, pero las supera esta escritora, por no tener como ellas ni el artificio de la profesión ni el deseo de renombre”.

Y, finalizando su exposición de la mística castellana, como coronación del elogio de Blasco por todas aquellas cualidades expuestas, se centra en la peculiaridad de su inteligencia, de la que, en rendida admiración, afirma: “En la inteligencia de esta mujer, quizá la más grande inteligencia de mujer, todo es tan suyo como la vegetación de las montañas. Es inmortal Santa Teresa y se ha difundido su obra, inmortal también, pero que fue tan del momento, tan de la naturaleza, como el aroma de la flor, que lo esparce sin advertir que encanta a quien lo aspira.”

¹Blasco Ibáñez, Vicente, Obras Completas (tomo IV), Madrid, Aguilar, 1987, pp. 1288-1298.

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9 respuestas a “Como el aroma de la flor: Teresa en Blasco Ibáñez

  1. Cómo no iba a reconocer la arrolladora inmensidad de nuestra Teresa de Jesús, él tan inteligente, tan proclive al análisis y a la crítica, tan buen literato y cronista?. Para muchos, extraer en el recuerdo esta manifestación y, como no, admiración a Teresa, a su obra y a su actitud, puede resultar un tanto sorpresiva, pero no, es real. Contra ella, contra lo evidente, no pudo. Su respeto es digno de consideración.

    1. Completamente de acuerdo con todo lo que dice. La actitud de Blasco en este sentido no debería ignorarse; más aún, podría ser un buen modelo a imitar en tiempos de laicismo rampante.

      1. Mi reconocimiento a las frecuentes aportaciones que con su nombre se publican en este blog; interesantes, variadas y con un cuidado análisis… Verdad es que tengo una cierta tendencia a poner el dedo en zonas sensibles… pero no con intención de molestar… mis respetos aunque no tenga el gusto de conocerlo personalmente…

  2. «Consciente Blasco del riesgo que corría a la hora de desarrollar asunto tan insólito en su trayectoria intelectual, no duda de aclarar al auditorio que, dejando a un lado su juicio sobre la santidad, su exposición se ceñiría a las características humanas…»
    Simpático apunte sobre el autor de los cuadernos «Vuelta al mundo de un escritor» y con negocios en Argentina, que se bajó del mundo en vísperas -unos añitos antes- de una buena movida.

  3. «encontrando estrecho el claustro monacal, se lanza por el mundo para luchar por la difusión y el arraigo de sus ideas»
    Buena definición para una monja contemplativa y muy viajera… habida cuenta de lo que era una clausura preconciliar…

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