Teresa, de la rueca a la pluma

Pasadas las cinco de la tarde, se inauguraba en Ávila el Congreso Internacional de Mística.

La conferencia inaugural ha sido pronunciada por el P. Fernando Millán, Supeior General de los carmelitas de la antigua observancia (OCarm). Su título: «De la experiencia mística a los lenguajes alternativos sobre Dios».

El P. Fernando Millán, ha hablado sobre los “Lenguajes alternativos” en teología. Ha presentado brevemente cada uno de estos lenguajes. He aquí una síntesis de su rica y amena intervención:

• Lenguaje negativo: De Dios se puede afirmar una cosa y su contrario (coincidencia de opuestos, teología apofática). Es una vacuna contra imágenes simplistas de Dios o lenguajes arrogantes sobre Él. Tiene tres momentos: afirmación (Dios es) negación (Dios no es) eminencia (porque Dios es más que, Deus Semper maior). Entre otros, el propio Benedicto XVI, papa teólogo, hablaba de la necesidad de esta teología negativa, en la Spe Salvi.
• Lenguaje narrativo: frecuente en la cultura semítica (“mi padre fue un arameo errante”). Jesús utiliza este lenguaje: Ante la pregunta: ¿Quién es mi prójimo?, Jesús responde con un relato: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó…” Se incluye aquí la anamnesis: hacer presente un pasado que nos proyecta hacia un futuro. También pertenece a este lenguaje el discurso de la hagiografía, “inyección de sangre” en la teología dogmática -según Urs von Baltasar. Esta teología está relacionada con el núcleo de nuestra fe que es Encarnación. En Teresa se encuentra esta teología, por ejemplo, en su libro de la Vida.
• Lenguaje del silencio: en nuestra cultura somos incapaces de silencio, pero lo necesitamos. “Solo Dios habla bien de Dos, lo que nosotros digamos serán pobres palabras” (Pascal).Silencios de Jesús ante Pilatos. Solo un hijo de Dios puede callarse allá donde ya imperan las palabras (Juan Gil Albert) (“¿de qué silencio eres tú silencio? “Unos le rezan a Dios; otros le rezan a Alá; y otros se quedan callaos… que es su forma de rezar” (Lebrijano).  No se trata de un silencio cómplice, como denunciaba Bonhoeffer diciendo: “No se calle ahora, justo ahora no se calle” . Nos referimos a la música callada y la soledad sonora.
• Lenguaje de la praxis, el servicio a los desfavorecidos. “Ves a la Trinidad si ves la caridad” (S. Agustín). El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan” (EN). Séptima Morada: “para esto es la oración, de esto sirve el matrimonio espiritual, de que nazcan siempre obras, obras”. La praxis nos habla del Deus Semper minor, el Dios de los pequeños.

  

• Lenguaje simbólico: está devaluado en la actualidad porque la modernidad no lo ha valorado. El símbolo tiene esa imprecisión que le permite colarse por las rendijas de la realidad. Nuestros místicos han sido maestros en la utilización de los símbolos.
• Lenguaje de una teología arrodillada o genuflexa. Una teología que no es humilde no es teología.

A pesar de la dificultad para expresar algo sobre Dios, el cristianismo no debe perder la pretensión de hablar sobre Él. Es importante usar esos lenguajes alternativos desde la experiencia mística. Son actos de comunicación y piden un interlocutor. El hombre moderno no tiene a veces la capacidad de percibir estos lenguajes, esa sensibilidad sacramental (el mundo, lleno de sacramentos de Dios) que han tenido los místicos.

Fernando Millán ha pedido, al final de su intervención, que estos centenarios nos ayuden a ser creadores de lenguaje nuevos, lenguajes que nos hablen de Dios.