El Museo del Prado adquirió en el pasado mes de diciembre una serie de obras, entre las que se encuentran dos de Alonso Cano (1601-1667) con temática teresiana: Aparición de Cristo crucificado a santa Teresa de Jesús y Aparición de Cristo Salvador a santa Teresa de Jesús, o Matrimonio místico de santa Teresa (1629). En una entrada anterior de este blog nos hacíamos eco de la noticia, informábamos sobre el origen de las pinturas y ofrecíamos un comentario sobre una de las obras.
Ahora, el Museo del Prado ha puesto las obras en exposición y acaba de publicar en su página web este comentario de las mismas:
Ambos cuadros representan sendos aspectos de la personalidad de santa Teresa. Uno de ellos alude a su actividad como escritora, lo que a su vez se relaciona con su condición de “fundadora”, y le valió el título de “Doctora de la Iglesia” (1970). La vemos sentada ante una mesa en la que hay un libro y un tintero, en actitud de escribir, mientras recibe la inspiración de la imagen de Cristo crucificado. Su comparación con el Resucitado de la pintura compañera sugiere que estamos ante un “crucifijo”, y no ante la presencia real de Cristo. La otra pintura describe una de las visiones que proporcionaron fama de santidad a Teresa, a quien vemos arrodillada ante la aparición de Cristo resucitado. Ese encuentro aparece narrado en Las moradas, una de sus obras más difundidas. Allí (Morada VII, cap. II) afirma que “se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como después de resucitado, y le dijo que ya era tiempo de que sus cosas tomase ella por suyas, y Él tendría cuidado de las suyas”.
Teresa se sirve de la descripción de ese encuentro para definir cómo se operó en ella el paso desde la “unión espiritual” al “matrimonio espiritual”, un dato importante para precisar el origen de estas dos obras. Desde que ambas se incorporaron a los estudios sobre Alonso Cano, en 1955, se llamó la atención sobre la posibilidad de relacionarlas con el retablo de Santa Teresa del convento carmelita de San Alberto, en Sevilla. Su decoración fue contratada por Alonso Cano en noviembre de 1628, y en el contrato se especificaba el tema de varias de sus pinturas. Aunque no se había podido asociar directamente el asunto de ninguna de estas dos obras con las escenas que aparecen en el contrato, si entendemos que, desde el punto de vista carmelita, la aparición de Cristo resucitado a santa Teresa equivale al “matrimonio místico” entre ambos, es posible ya establecer esa asociación, pues una de las pinturas que Cano se comprometía a realizar tenía como asunto “el desposorio de Cristo y santa Teresa de Jesús”. En cuanto a su compañera, sería uno de los cuadros cuyo tema no especificaba el contrato, y que se dejaban a la elección del padre Francisco de Ortega.
La incorporación de estas obras supone un enriquecimiento importante para la colección de Alonso Cano que custodia el Museo del Prado. Hasta ahora, todas sus pinturas en esta institución eran posteriores a 1638, el año en que el artista abandonó Sevilla para establecerse en Madrid. La incorporación es tanto más interesante, cuanto que en esas primeras décadas de su carrera, Cano desarrolló un estilo muy distinto al que cultivaría tras su marcha de Sevilla, y que se caracterizaba por el peso tan importante que tenía en él la técnica descriptiva y la iluminación naturalistas.
Fuente museodelprado.es
Alonso Cano pinta a Teresa: dos nuevas adquisiciones del Prado
