
La Real Academia Española acaba de publicar en su página web el programa del proyecto «Cómicos de la Lengua». De él extractamos algunos textos. Entre las obras que van a ser objeto de este proyecto, destaca Escrito por Teresa de Ávila, en la voz de Julia Gutiérrerez Caba y con introducción y comentarios de Víctor García de la Concha. Será, tal como ya anunciamos en una entrada enterior, el 31 de marzo, en el Teatro María Guerrero de Madrid,a las 20.00h.
Presentación
En el marco del programa de conmemoración de su III Centenario, la Real Academia Española sale a escena. Con la palabra como protagonista, académicos y cómicos compartirán el escenario para situar y dar vida a 850 años de lengua española. Gracias al conocimiento y asesoría de nuestros académicos, primeras figuras del teatro español han encontrado la posibilidad de reproducir, teóricamente, la fonética correspondiente de cada época, logrando hacer una arqueología de oralidad en la lectura de diez textos medulares de nuestra literatura, desde la gran épica del Cantar de Mio Cid, hasta la visión astral de Valle-Inclán en la Primera Guerra Mundial. Este proyecto es el resultado del esfuerzo conjunto de cómicos, académicos e instituciones con el que se pone de manifiesto la importancia de difundir y albergar el cuerpo vivo de nuestra lengua española.
Entre bastidores
Sin ser del todo ajena al mundo de las tablas y de los escenarios, nunca como ahora se había acercado tanto la Real Academia Española, por lo menos en su vertiente práctica, al noble oficio de quienes hacen posible el sueño y la magia del teatro. Salir a escena es siempre un ejercicio arriesgado, una aventura, pero en esta ocasión hay sobradas garantías para anticipar que el proyecto «Cómicos de la lengua» será, por decirlo con una frase acuñada en las crónicas periodísticas de antaño, un éxito de crítica y público.
Constituye un honor para la corporación que dirijo ser la impulsora de esta iniciativa de nuestro compañero José Luis Gómez, quien, en su reciente discurso de ingreso en la Academia, recordaba con acierto que «llamarse cómico incluye tanto la conciencia de la precariedad y el desamparo como el disimulado orgullo, consciente o no, de su función simbólica».
Recuperar los ecos de algunos de nuestros clásicos más destacados, enmarcar sus obras en el contexto histórico, literario y filológico, es un ejercicio muy saludable para todos. Para los actores y las actrices que colaboran en esta experiencia, supone un desafío profesional enfrentarse a la palabra casi desnudos, sin más armas ni adornos que la voz y el gesto. Ese mismo reto, aunque sea desde una posición y una responsabilidad distintas, lo afrontamos también los académicos participantes, que aspiramos a contribuir con nuestros comentarios a una mejor comprensión y conocimiento de lo representado, con la conciencia de que nuestro papel se desarrolla discretamente, entre bastidores.
Al final, lo único relevante es que el público disfrute con esta nueva visión de los clásicos, se acerque a ellos y los conozca mejor. Si logramos esto, aunque solo sea en parte, «Cómicos de la lengua» habrá cumplido sobradamente con su misión en este tricentenario de la Real Academia Española, bajo cuyo amparo ha surgido y tomado vida.
José Manuel Blecua
Director de la Real Academia Española
Consejos para las lecturas en vida
Carta de trabajo a los actores enviada el día 6 de diciembre de 2013.
Queridos compañeros:
La lectura de un texto a viva voz, para otras personas, presenta algunas particularidades sobre las que vale la pena detenerse y compartirlas. Se trata de lecturas con voluntad de hacer llegar los textos, en su plenitud y, para ello, han de ser activados en todas sus posibilidades implícitas: sus imágenes e intenciones, su estructura y prosodia concretas. Para ello el oficio del actor proporciona algunas herramientas valiosas. No se trata del mismo proceso de la actuación dramática en la que incorporamos –damos cuerpo– a un personaje, sino del de evocar, también en presente, todas las circunstancias y realidades a las que el texto alude. Si asumimos la comunicación con la voz y, hasta un cierto punto, con el cuerpo, con la implicación de nuestra sensorialidad, de nuestra imaginación y de los impulsos que el texto debe detonar en nosotros, haremos participe al oyente o espectador de toda la vida que el texto contiene, más allá de la tinta de la que cualquier escrito inevitablemente se impregna. Así esa lectura estará «en vida» y no será mera reproducción vocal de la escritura.
Si el autor ha llevado a cabo un riguroso proceso selectivo de las palabras y de las relaciones de estas entre sí, el actor-leedor, al sacarlas de la página y ponerlas en boca, ha de tomar nuevas decisiones en cuanto a cómo relacionar esas palabras dadas, pues la relación se altera al pasar de la escritura a la oralidad: la continuidad de las palabras en la oralidad sufre deslizamientos que no están presentes en la grafía. Estos deslizamientos provienen unas veces del habla misma, otras son elección consciente del que lee «en vida» con la finalidad de potenciar el sentido, tornar vividas las imágenes, hacer accesibles las emociones que el texto alberga. Ni que decir tiene que esas elecciones conscientes han de parecer naturales, evitando esa rigidización que a veces contamina el hecho de la lectura a voz y liberando los textos de esa gravidez con que se fijan las palabras a las páginas. Las palabras y los textos han de sonar y de saber a vida y no a tinta. En la selección a que se ha llegado en «Cómicos de la lengua» hay una mayoría de obras narrativas; solo están presentes dos ejemplos de lo dramático y lo lírico. La comunicación de la narrativa plantea curiosos problemas que han de estimularnos: la cercanía y hasta simultaneidad del narrador y del sujeto de la narración hace que en ella proliferen las voces y obliga a nuestro trabajo a una suerte de polifonía. A causa de las circunstancias nos vemos forzados a hacer de «bululú». No es mala forma de volver a los orígenes. Pues esto es todo por hoy, y a disfrutar de este trabajo bendito.
Un abrazo,
José Luis Gómez
Actor, académico y director del proyecto
Los textos teresianos, en la voz de Julia Gutiérrez Caba
La escritura de Teresa de Ávila se pierde en el laberinto de su propia oralidad. En la dulce voz de Julia Gutiérrez Caba, la lengua de Teresa de Ávila adquiere el doble relieve de habla popular y sensibilidad poética.
Casi sin darse cuenta, con la sencillez de quien habla de sus cosas, Teresa de Ávila (1515-1582) compuso una impresionante obra llena de elementos autobiográficos (Vida, Fundaciones, Relaciones) y de consistente doctrina ascético-mística (Camino de perfección, Moradas). Por su prosa natural, coloquial e ingenua, ajena a cualquier retórica estilística, sabemos de sus lecturas juveniles, de los ejercicios ascéticos que le quebrantaron la salud, de sus desvelos como reformadora carmelita o de su arrebatadora experiencia mística.
Su poesía, resultado de la búsqueda genuina de los límites y contradicciones del lenguaje en la sensibilidad humana, fue escrita desde ese mismo íntimo fervor religioso.
Esta lectura en vida hace una adecuación de diferentes obras de Teresa de Ávila (Las moradas del castillo interior, el Libro de la vida y su poesía) intercalando prosa y verso bajo un mismo manto: la inmensidad poética que alcanza la oralidad de la lengua al quedar plasmada en escritos de continua, genuina y trascendente búsqueda de expresión.
Descargar el programa completo desde la web de la RAE
VER TAMBIÉN:
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«Escrito por Teresa de Ávila», en el teatro María Guerrero |
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Julia Gutiérrez Caba dará voz a Teresa en «Cómicos de la lengua» |


Una respuesta a “Teresa a viva voz en «Cómicos de la lengua»”
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